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miércoles, 9 de mayo de 2012

Michaël Borremans

Acabo de terminar el número de primavera de la revista MONO. KULTUR, esta vez dedicado al pintor belga Michaël Borremans. Y advierto, queridos lectores inexistentes, ya van tarde; ni con los ahorros vitalicios podrán adquirir uno de sus cuadros en caso de capricho. Hace ocho años, tal vez...





Michaël Borremans empezó a pintar a los 30, tarde, dentro de lo que se considera el estándar -la etiqueta 'joven' siempre es plusvalía-, y desde entonces ha subido como la espuma. Su nombre aparece en las listas en las que hay que estar si se es alguien en el mundillo del arte contemporáneo. Todo en torno a la figura de Michaël Borremans emana cierto aire romántico, un tanto a la antigua, incluso también en lo que respecta a sus mecenazgos.


Y es que parece ser que la reina Paola de Bélgica está, poco a poco, como el resto de los mortales, haciendo renovaciones en las estancias del Palacio de Bruselas con un planteamiento muy al estilo de lo que los modernos llaman artist's intervention. Es decir, cada temporada invita a un artista belga de renombre para que realice, con total libertad, un trabajo en la estancia que guste. Borremans fue uno de los elegidos y, tras muchas dudas, decidió trabajar sobre las figuras de los lacayos, algo que en un principio pareció desconcertar un poco a su majestad, según cuenta el artista, pero viendo la unanimidad de la crítica muy elogiosa con los resultados, al final se mostró entusiasmada. Al margen de asuntos de palacio, a Borremans le acompaña una técnica incuestionable -muy barroca en sus planteamientos de imprimación de color en los fondos y que ayudan en la unificación de los tonos de los retratos (su gran referente es Velázquez)-; el detalle a la hora de elegir los formatos, que repite las veces que sean necesarias hasta dar con el que estima correcto; y alguna anécdota sobre sus costumbres -por ejemplo, que usa traje para pintar- pregunta obligada, claro está, en todas sus entrevistas.


Cuenta Borremans que después de pasarse por el Museo del Prado y ver la obra de Velázquez estuvo casi tres meses sin poder pintar. Yo, después de ver el documental A Knife in the eye sobre su trabajo, siento una envidia nada sana por tanto talento -y es que tiene tiempo para muchas otras aficiones que no hace nada mal- y, tengo que decirlo, por un estudio tan tan chulo. Unos tanto y otros tan poco...

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