La otra tarde-noche al pedir la cuenta en un restaurante chino del barrio, el Selig -Nord West-Chinesiche und Hunan-Art Küche- nos trajeron el ticket con su correspondiente bandejita de cacahuetes tostados y una postal en la que aparece Mao rodeado de niños como el gran pater familias con sus vástagos felices y sonrientes. En realidad todo el local está decorado con fotos que remiten a la estética del maoísmo. Su dueño, un chico joven, supongo que nacido en Alemania,
no sé si utiliza este referente político como decoración para su negocio o si de verdad hace alarde del maoísmo como una auténtica postura ideológica. Me quedaré con la duda.
Mientras, en el cine de al lado, Kant Kino, se anuncia la nueva película documental sobre el artista chino Ai WeiWei, Never Sorry.
Por casualidad, hace muy poco leí un libro recopilatorio de entrevistas suyas -Ai WeiWei speaks- en donde detalla las características del proyecto de las pipas de girasol para el espacio de las turbinas de la Tate Modern. Cuenta el artista chino cómo el partido de Mao en sus grandes carteles propagandísticos utiliza frecuentemente la imagen del líder representado como el gran sol, y así, el pueblo aparece figurando los girasoles. Las pipas son también, según el artista, la única comida en épocas de escasez que muchos chinos de las zonas rurales tenían y tienen para llevarse a la boca. La característica física de mucha gente pobre en China es la de tener las paletas completamente gastadas en forma de arco de tanto comer pipas. Una metáfora perfecta de la que Ai WeiWei se valió echando mano de las técnicas milenarias para la fabricación de cien millones de pipas de porcelana china que extendió por el suelo de la Tate Modern de Londres. Ay, me gusta Ai WaiWai.
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