En ocasiones, gracias a personas que hacen lo que les sale de las pelotas, todo resulta mucho más interesante. Allá por 1972 Bruce Chatwin acepta una propuesta de trabajo para The Sunday Times Magazine como asesor de arte. Uno de sus primeros trabajos consistió en elaborar algo así como un manual ilustrado de la historia del arte. La revista ya había tanteado resultados con un volumen coleccionable anterior titulado "Mil obras clave del siglo XX" que les había hecho ganar unos 60.000 nuevos lectores. Ahora se trataba de repetir la misma estrategia. Chatwin hizo literalmente lo que le dio la gana y creó una especie de manifiesto personal de la historia del arte; un recorrido completamente anárquico fuera de toda premisa academicista.
Así lo detalla Nicholas Shakespeare en su biografía sobre Chatwin:
La serie apareció durante seis semanas, en el verano de 1973. Se abrió con una fotografía de objetos de piedra utilizados por nómadas africanos, e incorporaba muchos de los objetos favoritos de Chatwin. [...] había fotografías del tamaño de un sello postal de unas alforjas con aplicaciones del Altai, un paisaje de Seghers y la fotografía, tomada por Bruce, de un camión afgano. Aquel camión que llevaba anticonceptivos japoneses, era una de las imágenes que Bruce incluyó para poner en tela de juicio nuestra idea de lo que era el arte. ("A menudo hemos pasado por alto las obras maestras evidentes en favor de curiosidades, e incluso de lo evidentemente malo", advirtió a los lectores).
Se atrevió incluso a incluir una pieza que él y su mujer habían adquirido con parte del dinero de la boda: un tapiz de plumas de papagayo de origen peruano. Bruce Chatwin aclaraba a los lectores de la revista cómo en ciertas tribus peruanas habían descubierto mucho antes que Rothko que "los bloques de color puro flotando unos encima de otros producían un estado de ánimo de tensa calma".
Como colofón al coleccionable explicó: "Nuestra intención ha sido deshacer la compartimentación en periodos y lugares en que la historia del arte es a menudo dividida, y si esta serie ha animado aunque sólo sea a un puñado de personas a ampliar sus horizontes culturales habrá cumplido sus objetivos".
Sea cual fuera el objetivo de Chatwin la revista no captó ni un sólo lector más durante su publicación. La dirección por supuesto le dio el toque por "perder toda consideración con lo que el lector común quiere". Chatwin no duró mucho tiempo en la revista. En breve viajaría a la Patagonia.
Por cierto, si alguno de ustedes posee algún ejemplar de "Un millón de años de arte" coordinado por Bruce Chatwin sepan que son un poco más ricos.
P.D.: Dejo una foto de The Sunday Time Magazine de los años en los que Chatwin trabajó para la revista; y además, dos capturas del documental emitido por la BBC sobre la vida del escritor en las que aparece su casa y el salón con el tapiz de plumas de papagayo originario de Perú. Lo podéis encontrar en you tube enterito (dos partes).
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