Lo tenía claro, a las 19h iría a la HAU1 a ver "L'Orfeo", adaptación elektro-punk? de la amada ópera de Monteverdi. La obra se estrena el 1 de mayo así que esto era como una especie de premier reducida: 20 minutos en los que se intenta hacer un pequeño resumen del espíritu general de la adaptación. Lógicamente tendría que ver la obra completa para hacer una crítica sólida pero la impresión que me he llevado de esos 20 minutos es mala: puesta en escena aburrida, vestuario bochornoso, dirección de actores inexistente y planteamiento general muy poco exigente. Por fortuna, con la música de Monteverdi se puede hacer elektro-punk, flamenco-rock o techno-funk afrofuturista sin que se vea consumida su profunda humanidad, una música que llega directa a la emoción de cualquiera que haya amado alguna vez. Para quitarme el mal sabor de boca esta mañana he visto esta adaptación a la antigua pero de una excelencia abrumadora. Jordi Savall, una gloria mundial, en el Liceo de Barcelona con la Capella Reial.
Entendiendo que la mayoría de los espectáculos tendrían ese formato de "trailer" pero en carne y hueso, decidimos movernos de barrio y conocer das Haus der Berliner Festspiele y ver un pequeño pero completo espectáculo de danza. Llegamos 5 minutos tarde y tuvimos que esperar una hora al siguiente pase, tiempo que aprovechamos para sentarnos en el bonito jardín del edificio de la Berliner Festspiele y tomar una cerveza con una Bratwurst im Brötchen que servían en una barbacoa instalada en el mismo jardín. Tengo que decirlo, toda la infraestructura de la Lange Nacht parece que funciona de veras y que se toman en serio que sea una bonita noche de fiesta. En la obra de la Berliner Festspiele la bailarina Laurie Young ponía la danza y Heike Schuppelius la instalación, una colaboración que viene de atrás. Habían elegido el sótano del teatro para la representación y eso nos obligó a seguir a un operario por el laberinto interno del teatro pasando junto a camerinos, salas de cableados, carpintería hasta el húmedo subsuelo donde, en la oscuridad, se apilaban focos y racimos de tubería y cuadros eléctricos. El ambiente era tan bueno, y el estado de ánimo creado me pareció tan favorable que encontrarme luego con una obra tan hermética y fría, me decepcionó bastante. Supongo que la frialdad era parte de la idea no lo sé.
Pero la noche estaba siendo muy agradable, la temperatura veraniega y pasear por la ciudad un auténtico placer. Para finalizar, acercándonos al barrio, entramos, corriendo, corriendo (una de las cosas más divertidas de la noche era ver a la gente correr en las inmediaciones de cualquier teatro para llegar en hora) en la Schaubühne de la Kurfürstendamm para ver "Das wohltemperierte Klavier", y allí nos encontramos algo parecido a esto:
Una Koproduktion mit der MC93 de Bobigny, localidad próxima a París, para once personajes situados en el Berlín del inicio de la guerra fría y que usa la música de Bach y la novela "Melancolía de la resistencia" de Lásló Krasznahorkai (en España publicado por El Acantilado) como hilo argumental para su desarrollo. Y todo con esa estética alemana inconfundible. No quiero ponerme patrio porque no lo soy nada, pero me vino inmediatamente a la cabeza el continuo uso de Bach, casi obsesivo, que Carles Santos hace en su obra, aunque, creo, en otro nivel estético y de virtuosismo.
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