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jueves, 18 de octubre de 2012

'Gólgota picnic' en la Haus der Berliner Festspiele. Capítulo 2. La charleta


Estas cosas hay que hacerlas aunque uno salga muchas veces diciendo: "no volveré a hacerlo". Ir a oír al creador de una obra que has visto y te ha gustado tiene el peligro del chasco, de la decepción absoluta, de que un charco apestoso te ensucie el parabrisas y ya no veas con claridad nada por muy rápido que funcione la escobilla. El culto a la personalidad es uno de esos prejuicios con los que lucho a garrotazos pero que se mantiene en pie como los colosos de Goya. El segundo día y último que 'Gólgota picnic' se veía en Berlín, su autor se prestaba a hablar con el público. Así que volvimos al teatro al segundo día, cuando calculamos que habría acabado la obra. Noche excelente, bicicletas veloces, y el bello callejero en torno a la Kudam. El personal de Berliner Festspiele tan amable, nos dejaron pasar sin problema y esperamos unos minutos en la sala que habían preparado para la charla. Mientras cruzábamos el hall se escuchaban los acordes del final de 'Las siete palabras' mezclados con los susurros de los jóvenes ayudantes del festival; a los pocos minutos los aplausos, luego las puertas del teatro que se abren y el olor a panecillo de hamburguesa pisoteado que lo inunda todo. Mucho público llena la sala, muchos con cervezas, vinos y Brezel, Rodrigo García aparece con la moderadora, la traductora simultánea y dos actores, Gonzalo Cunill y Jean-Benoit Ugeux, y dicen que se incorporará Nuria Lloansi, que se está terminando de arreglar, pero al final se presentaron todos.
Y todos juntos nos aburrimos un poco, después de que la moderadora hiciera la tercera pregunta que difería en poco de las dos anteriores, el ambiente era espeso y no mejoró. Finalmente al público le quedaron unos escasos 10 minutos para preguntar después de que la señora del Festival se liara un poco con asuntos muy poco interesantes.
La escritura. A pesar de esto, Rodrigo García, apoyado por breves intervenciones de sus colegas, dijo algunas cosas. Él mismo enriquecía las preguntas e intentaba contar algo del proceso creativo de la obra y de las peripecias del primer montaje, aunque en todo momento evitó decir que esta obra era el resultado de un encargo del Centro Dramático Nacional, sí contó la buena relación con el personal del teatro y la paciencia que tuvieron con ellos y con el método deliberadamente improvisado con el que crean. Y contaba cómo la obra pasó en unas semanas de ser una obra esencialmente visual a llenarse de texto, como si las imágenes necesitasen ese nuevo apoyo, esa fuerza nueva.
La ideología y las mentiras. Se gastó también un rato en hablar de las polémicas de la obra. Y el autor quiso pasar rápido por eso -aunque no lo hizo y volvió más de una vez al tema- argumentando que las protestas de determinados grupos católicos sólo buscaban el autobombo y que no tenían nada que ver con la obra. A raíz de esto se habló un poco de religión. Rodrigo García sentenció que la religión le había jodido la vida por coartar su expresión y libertad individual llenando de prejuicios y maldad su pensamiento. Para él había llegado el momento de escribir esta obra y cortar momentáneamente la línea más centrada en lo político de sus producción anterior. Por estos argumentos estábamos cuando le sonó el móvil de última generación al autor.
La música y la decadencia de la cultura. Rodrígo García es lógicamente pesimista en la recepción de la cultura y habló directamente de crisis cultural cuando señaló que la gente se levantaba y se iba durante los nueve movimiento de Haydn. Así que según él, la obra había sido criticada por estos dos frentes: el cristiano y el de la propia cultura, es decir, la gente que se veía forzada a escuchar 'Las siete palabras', una obra de casi una hora, como culmen de la obra escénica.
El tono García. Rodrigo García va sobrado y es ciertamente irritante. Adoro el humor pero aborrezco el mamoneo, con perdón. Esta es una palabra, mamoneo, que se entiende muy bien en el sur de España. Es esa actitud de estoy pero no estoy, me río contigo pero un poquito de ti y descoloco a todo el mundo porque ando de guasa y mis colegas están de mamoneo también y nos lo pasamos de puta madre. Un poco de mamoneo, una pequeña dosis puede ser encantador, creo, pero cuando el mamoneo es ininterrumpido se combierte en el otro significado de la expresión y es hacer el gilipollas. Esta parte me ha salido un poco Pérez Reverte, pido disculpas a mis tres lectores. Pero no es de recibo que cada respuesta tuviese entrantes, entreplatos y postres de risitas. Eso sí, fueron amables y considerados con casi todo el mundo.


Marino Formenti. Dije que vinieron todos y todos se aburrieron un poco. Pero no estaban todos, faltaba la mitad de la obra. Mi pregunta, si la señora moderadora hubiese dejado un poco más de tiempo a la intervención del numeroso público, habría sido sobre la música. Cómo apareció esta obra, por qué Haydn, qué sentido tiene si es que lo tiene que Marino Formenti vaya vestido de empleado de hamburguesería, y cómo surgió la relación con el músico. A los actores les habría preguntado qué  sienten esa segunda parte de la obra, ¿por qué creen que siguen en escena? Y me habría gustado preguntarle al propio Formenti si la transcripción para piano es suya, si la hizo para esta obra, si había actuado alguna vez, cómo es su relación con el mundo de la performance y el teatro. Pero Formenti no estaba allí, no, Formenti estaba en el Capítulo 3 de esta historia.
Los autores de las fotos son: Richard Dumas la de Rodrigo García y Alessandro Cavana la de Marino Formenti.

'Gólgota picnic' en das Haus der Berliner Festspiele. Capítulo 1. La obra


El Berliner Festspiele ha programado en su sección Foreign Affairs la obra de Rodrigo García 'Gólgota picnic'. En su estreno madrileño yo vivía en Sevilla y me dedicaba más de lleno al teatro y leía y suspiraba con cierta tristeza lo que se contaba de un estreno al que no podría asistir. Descubría entonces a Marino Formenti, el pianista que lo acompaña en la obra y del que escuché día tras día durante más de un año su maravilloso disco -creo que únicamente reseñado en España en el blog mi colega Pablo Vayón- 'Kurtág's Ghosts'. 'Gólgota picnic' se desvanecía en el horizonte hasta que cambié de horizonte e insospechadamente la montaña vino a mí.



Te sientas y el escenario está totalmente cubierto por miles de pacenillos de hamburguesa con ese olor dulzón y su textura que parece acolchar la escena. Al fondo una enorme pantalla blanca; bajo ésta un mantel extendido rodeado de butacas de playa. Los actores salen, bajan las luces y comienzan los monólogos. Cada actor tiene los suyos y una cámara que ellos mismos manejan va enfocando y proyectando en la pantalla ya al actor que habla ya cualquier otra escena. El tema principal de la obra parece que gira en torno a la muerte de Jesucristo pero a partir de ahí los afluentes son diversos y de diferente tortuosidad y la reflexión religiosa se vuelve una gran reflexión sobre la condición humana y su relación con los preceptos, la historia y los productos religiosos. Dado que el cristianismo ha influido en el comportamiento de la gente y las costumbres de nuestra civilización desde hace 2.000 años, la obra se convierte en un maremágnum de ideas y referencias difícil de asimilar. Por una parte tenemos una especie de evangelio apócrifo -si es que los otros no lo son- en el que se describe la personalidad y los hechos de Jesucristo desde un punto de vista totalmente diferente a como lo hacen los evangelios convencionales, esto es, considerándolo un personaje con una historia y unas capacidades mediocres. Casi todo el humor que tiene la obra se sustenta en la parodia de este personaje. Por otra parte, ya olvidándonos de las divinidades, se manejan muchas referencias culturales, mucha pintura, por supuesto y mucha reflexión sobre la imagen, un tema que le gusta al autor y que señala de forma punzante y certera. El trasiego de imágenes religiosas y de ahí a las imágenes actuales que nos paralizan, nos hablan tan alto, nos dan códigos referenciales y morales, nos engañan, nos venden aire. Pero hay otras referencias, la música, por supuesto, la filosofía, la arquitectura. Cuando baja al mundo y los monólogos se centran en la maldad, el individualismo, la traición, el dolor, el poder, la muerte y todas las bajezas y contradicciones que nos hacen ser lo que somos y que -esto creo que es innegable- han recogido como ningún otro libro La Biblia, entonces la obra adquiere una gran trascendencia, creo sinceramente que la gran virtud de esta obra es que en ese aluvión, y no sé si de una forma pretendida, se alcanza una verdad que acongoja, un retrato brutal y sincero de una condición, la humana, que busca la trascendencia y que, aunque no la haya, se ha servido de la religión para buscar ese sentido a la vida.


En un momento de la obra aparece Marino Formenti, viste uniforme de cadena de hamburguesería y lleva unos refrescos, se une con ganas al picnic de los actores, que descorchan botellas y cantan en una bacanal absurda. Luego desaparece. Los cinco actores realizan un esfuerzo mayúsculo, por una parte los larguísimos monólogos repletos de abstracciones pero dichos sin sobre esfuerzo gracias a la sonorización de la escena, por otra se visten, se desvisten, luchan, balilan, comen, beben, vomitan, se rocían con pintura, aplastan los panecillos creando una atmósfera de caos y barroquismo que precede al apoteosis. La escena está vacía, los actores vuelven arrastrando un piano al centro del escenario, Marino Formenti reaparece con sus refrescos y su uniforme. Los actores se retiran a una esquina, como los apóstoles, como la humanidad entera. Marino se desnuda completamente. Se sienta al piano e interpreta una transcripción para piano de 'Septem verba Christi in Cruce'. La introducción, las siete sonatas y el Terremoto final.


Ignoro el sentido de la elección de la maravillosa obra de Haydn pero formalmente es lo único original de la obra que, como ya he explicado, usa bien todos esos elementos de los que a veces abusa el teatro moderno: cámara, productos varios por el cuerpo, música en directo, el desnudo, etc.  'Las siete últimas palabras..." es una obra de encargo, la obra de un ilustrado, equilibrada, un ejemplo poderoso de gran arte generado a raíz de la religión. ¿Es quizá todo 'Gólgota picnic' la creación de un ilustrado, de alguien que busca la razón, que intenta atajar las supersticiones y llegar una idea de dios en relación con nuestra propia humanidad? Ni idea, pienso que por una parte lo es y por otra no, con todo me quedo con ese afán de búsqueda y cuestionamiento sobre los elementos religiosos y culturales que nos han caído encima.
Los actores: Gonzalo Cunill, Nuria Lloansi, Juan Loriente, Juan Navarro y Jean-Benoit Ugeux.
Todas las fotos de David Ruano.

jueves, 11 de octubre de 2012

A Cashmere Story


La cachemira, una de las variantes de lana de cabra más escasa y por tanto más valorada del mercado, y el sustento de la mayoría de las familias de pastores de la provincia de Boyankhongor en Mongolia. 

martes, 9 de octubre de 2012

Gigolós y medias

Y aquí tenemos a la jovencita Sontag visitando el edificio Seagram, muy cool en su descapotable. 
The elevator swished up like a gigolo's hand on a silk stocking. Guaau.
Imposible a partir de ahora no subir en un ascensor y pensar en gigolós, manos y medias. Va a depender mucho del ascensor, claro.

Art is boring

Schopenhauer ranks boredom with “pain” as one of the twin evils of life. (Pain for have-nots, boredom for haves —it’s a question of affluence. 
People say “it’s boring” —as if that were a final standard of appeal, and no work of art had the right to bore us. But most of the interesting art of our time is boring. 
Jasper Johns is boring. Beckett is boring, Robbe-Grillet is boring. Etc. Etc.
Maybe art has to be boring, now. (This doesn’t mean that boring art is necessarily good —obviously.) We should not expect art to entertain or divert anymore. At least, not high art. Boredom is a function of attention. We are learning new modes of attention —say, favoring the ear more than the eye— but so long as we work within the old attention-frame we find X boring... e.g. listening for sense rather than sound (being too message-oriented). 
If we become bored, we should ask if we are operating in the right frame of attention. Or —maybe we are operating in one right frame, where we should be operating in two simultaneously, thus halving the load on each (as sense and sound).

Distracciones y creatividad por Miranda July

domingo, 7 de octubre de 2012

Murakami. 15 cubiertas

La redacción de Strudel anda ultimando un super post referente al diseño de cubiertas en los libros digitales. Muchas cuestiones que tratar sobre su aparente irrelevancia con lo que viene a ser la propuesta digital de compra, presentación y uso. Estamos impacientes por leerlo.
Mientras, para ir entrando en debate y para aquellos que consideren las cubiertas una parte esencial del libro -hablo del papel, de momento carezco de experiencia con lo digital- no sólo en su aspecto útil sino también, y fundamental, estético o incluso nemotécnico, dejo las nuevas cubiertas de la editorial Ramdom House para la colección Vintagebooks de Murakami. Verdaderas joyitas con ilustraciones de Noma Bar basadas en la reiteración del círculo y de los colores rojo, blanco y negro.


Me encantan, pero tengo que decir que desde que hace ya unos tres o cuatro años la revista Monocle decidiera usar el recurso del recorte fotográfico en forma de círculo, la variante se ha venido explotando demasiado. Los círculos apestan un poquito... En el caso de los libros de Murakami viene muy a cuento por la referencia a la bandera de Japón. Lo dejamos pasar.